Las sílfides transportan las vibraciones a través del Aire
Las sílfides, a veces también llamados silfos, son uno de los cuatro tipos de espíritus elementales. Están asociadas al aire, al viento y los pensamientos. Pueden ser tan pequeñas como una mariposa o lo suficientemente masivas como para cubrir el cielo a su paso. Es fácil reconocerlas por sus ganas siempre presentes de danzar y arremolinarse.
Las sílfides son aquellas que impulsan el vuelo de los gigantescos rocs e inspiran la música de los cantos de ballena. Son espíritus locuaces y charlatanes, transportando chismes hasta los grandes oídos de los gnomos y soplando historias en las largas orejas de los elfos. Conocen todos los cuentos, las mentiras y los chistes. Son infantiles y juguetonas, haciendo bailar a las hadas, despeinando a los dientes de leones y jugando con todo lo que no esté firmemente agarrado al suelo.
Pero también son espíritus llenos de sabiduría: han sido parte de la respiración profunda de los maestros alcanzando la iluminación, han mantenido vivos los mantras a través de los años y llevado el ritmo de los tambores tribales hasta el último rincón del planeta.
Todos los espíritus de la naturaleza, las plantas, animales y aquellos humanos conscientes de su existencia celebran a los elementales; pero mientras las salamandras y su fuego son veneradas, las ondinas y su agua son agradecidas, y los gnomos y su tierra son honradas, las sílfides son el centro de su propia fiesta.
Llenas de danza, porque las hadas no irán a una fiesta a la que no puedan bailar, de canciones y diversión, visitan los árboles centrales de los bosques, aquellos llamados catedrales por su tamaño y sacralidad. Y una vez los animales se hubieron cansado, que los cantos se hubieron acabado y los espíritus hubieron encontrado donde sentarse, se hace un gran silencio.
A veces las catedrales no son tan obvias en el paisaje, pero siempre sobresaldrán por la intensa energía que las rodea.
Las sílfides, entonces, comienzan a narrar sus historias y a impartir sus enseñanzas.
Se las ha oído susurrar lo que desde el cielo han visto ocurrir o lo que han inventado mezclando las palabras que se han gritado a sus ráfagas. Con su sabiduría, lengua rápida y almas pacíficas, las sílfides derraman su magia sobre los invitados y se aseguran así de cumplir algunas de sus tantas misiones: que los sueños susurrados al cielo lleguen a quien pueda cumplirlos, que ese mensaje soltado al viento alcance los oídos indicados y que el paso de cada ser por el mundo jamás sea olvidado. ~ Fuente: lacatedraldelassilfides.wordpress.com