Aunque nunca hayas visto una, ellas existen. Son pequeños seres luminosos que acostumbran vivir en los bosques, en los ríos de aguas claras, en las montañas, en los valles, en los viejos árboles o quizá entre las rosas, espiándonos con una gran sonrisa; llevan una varita que despide infinidad de chispas luminosas, les molesta mucho el ruido y la contaminación; son seres dulces y traviesos.
Tienen un cuerpo cubierto por una luz dorada, tornasolada y transparente. Sus alas son traslúcidas y se agitan con gran rapidez. Se dice que las Hadas no necesariamente utilizan las alas para volar ya que, como los duendes, poseen poderes y pueden hacerlo por sí solas.
La materia de la que están hechas las Hadas es sutil, etérea, traslúcida u es así, bajo esta apariencia, que se les puede ver, sólo cuando se dignan mostrarse a los humanos pero, cuando permanecen invisibles, entonces se muestran situadas en el plano astral pudiendo vernos ellas y nosotros no.
Por su naturaleza etérea, el Hada puede variar de tamaño a voluntad; para adoptar una nueva forma, el Hada debe concebirla con claridad y fijarla firmemente en su conciencia ya que, tan pronto como abandona la idea. vuelve a su estado normal.