Debido a su juventud y hermosura, los antiguos celtas consideraban a Branwen, hija del Dios de las aguas Manannan y esposa del legendario rey irlandés Mathowch, el símbolo de la primavera repleta de vida y color. En la mitología celta, Branwen es una de las tres matriarcas de Bretaña y Diosa del renacimiento y de la regeneración. Por ello, uno de sus atributos es el caldero, que, al igual que el Grial, contiene la esencia misma del despertar y la vida. El hermano de Branwen es Bran, Dios del sol y Señor de la profecía y las artes, así como de las batallas.
Branwen se enfrenta a Caillech, la Reina del invierno, en el festival de Beltaine (el día uno de mayo), que da la bienvenida a la primavera. En la contienda sale vencedora Branwen, que, sentada en su trono de flores, pasa a presidir el ritual en que se encienden hogueras coronadas con largas pértigas, símbolos de los robles sagrados. Dado que la primavera se ha interpretado, tradicionalmente, como la metáfora del despertar de la pasión amorosa, hay quien compara Branwen con la Diosa griega Afrodita (Venus para los romanos), Diosa del amor.
Lo cierto es que los jóvenes enamorados acuden a ambas diosas para rendirles culto y recibir sus dones. Afrodita, al igual que Branwen, regía también la fiesta de la primavera, que en la antigua Grecia se celebraba el uno de abril. En este festival, no sólo se celebraba la gracia y la hermosura de la naturaleza, sino también el amor imperecedero y el deseo amoroso, que, según se creía, rebrotaba con fuerza en esta estación del año. Por su identificación con la Diosa grecorromana, Branwen se conoce también con el nombre de » Venus de los mares y de las tierra del norte”.
En algunas culturas, la reina de la primavera se considera el heraldo del Dios del sol, al que precede o sigue en su aparición. Según una antigua leyenda, equivalente a la de la Diosa griega Afrodita, Branwen surgió de las aguas del mar, alumbrado por los rayos del sol. Los colores que se atribuyen a Branwen son el rosa, verde y el azul celeste y las piedras preciosas, el aguamarina y la turquesa, Branwen es, además, un símbolo claramente femenino y se erige en guardiana de la fecundidad.