Sus tonos violáceos y lilas hacen que esta piedra tenga una especial conexión con nuestro yo interior. Sus vibraciones son altamente espirituales, calma y tranquilizan, sosiegan y dan una gran paz interior.
Aumenta las capacidades psíquicas que la hace ideal para meditar y tener visiones, aclarar nuestra mente y vislumbrar el camino correcto.
Combate el dolor de cabeza con sus suaves vibraciones y las afecciones de la piel y alergias que suelen producirse por estrés.
Procedimiento:
Para preparar esta agua sanadora, cuelga un pedazo limpio y purificado de drusa de amatista sobre una vasija de agua de manantial hirviendo, de forma que el vapor se condense sobre los cristales de la piedra y gotee sobre la vasija.
Después de media hora, apaga el fuego para que el agua se enfríe poco a poco. Una vez que el agua se sienta tibia al tacto, coloca la drusa de amatista dentro del agua hasta que llegue a temperatura ambiente.
Esta agua es muy suave, con acción limpiadora y muy buena para tratar la piel. Se puede utilizar en la higiene personal sin necesidad de añadir jabón o cualquier otro agente cosmético o que contenga alcohol.