Es posible encontrarse con los seres naturales en cualquier momento y de forma inesperada.
Todo es posible en los reinos de la naturaleza. Pero, si queremos practicarlo de forma consciente, las siguientes condiciones son propicias para sumergirse en el campo de la naturaleza.
Estas son las condiciones que podemos aportar:
Amor y verdad:
El que está enamorado, está en lo divino y lo divino está en él. El que vive en la verdad, no tiene, no tiene nada que esconder y nada que temer.
Intenciones puras:
Aquí no hay trampas, nada que esconder, no hay máscaras, ninguna estrategia. Los seres naturales ven lo que es, ven nuestra energía y en ésta no se oculta nada. Esto significa que la sinceridad es importante.
Atención:
Estamos obligados a andar a través de la naturaleza de forma cuidadosa. Esto significa, por ejemplo, no doblar ramas o arrancar flores de forma violenta y no tirar basura en medio del paisaje. Si tomamos algo, también está bien dar algo a cambio: una canción, una melodía, una palabra amable…
Aceptación:
Se trata de aceptar que en este planeta existen Otros Reinos, dimensiones e inteligencias, además de las humanas.
Compasión y disposición de ayudar:
Precisamente en los reinos de la naturaleza existe una especie de prueba de aceptación. ¿Quién no conoce a la viejecita al borde del camino que pregunta por una dirección o que pide un trozo de pan? Repartamos lo que tenemos, así seremos aceptados. Si comemos algo, podemos dejar una parte para los seres.
Silencio:
encontrar la tranquilidad interior es importante. Debemos dejar pasar los pensamientos y los sentimientos, como las nubes en el cielo. Concentrarse en la respiración, en los pasos, en el contacto con el suelo y finalmente llegar hacia uno mismo, a la naturaleza, a la tranquilidad interior, al espacio de silencio.
Ser abierto:
Abrirse a la naturaleza. «Estoy en ella y ella está en mí.»
Sumergirse:
Estar totalmente en el Aquí y Ahora. Hacerlo todo de forma consciente. Olvidar por un momento el tiempo y las obligaciones diarias.
Alegría:
Sentir, disfrutar viendo lo que la naturaleza nos ofrece. Sumergirse en la plenitud y en la diversidad. En las cosas particulares y en las pequeñeces, en las relaciones, en los pequeños milagros al borde de los senderos.
Guía interior:
Dejarse guiar, dejarse arrastrar por un lugar, por un árbol, por plantas, por un camino. Ceder a estos entornos.
Aventurarse:
Dejarse maravillar por la naturaleza. Preguntar en voz alta las cuestiones que mueven a uno. Implicarse, dejar participar a otros. Escuchar sus respuestas y atender a sus señales.
Retornar:
Establecer una relación con un árbol, con un lugar, con un entorno. Esto ocurre cuando uno retorna en intervalos regulares. Saludar al lugar, tomarse tiempo, conocerlo, aprender a sentirse protegido por él. La comunicación con él empieza. Así puede ocurrir que un día uno sea reconocido como un amigo y que sea saludado como tal.
Confiar en uno mismo:
Descubrirse de nuevo. Probar nuevas posibilidades. Ser creativo. Hacer cosas que se asimilan como inspiración pero que, para nuestra comprensión, no tienen sentido. Ek resultado puede ser maravilloso.
Pronunciar invitaciones:
Los seres piden que uno se anuncie. Cuando se ha tenido una experiencia con ellos (ya sea en sueños o casi en la realidad), entonces siempre puede pedirse que hagan una señal en el mundo cotidiano. Llegará.
Respetuoso con el medio ambiente:
Aquí uno puede prestar atención a muchos aspectos.
Fuente: «Enciclopedia de las Hadas los Elfos y los Gnomos» de Jeanne Ruland
¡Que la Magia amorosa de la Naturaleza Transforme Tu Corazón!