Encontrar un espacio lleno de vida natural puede llegar a ser un reto si vives en la ciudad, pero te aseguro que es posible. Siempre hay un pequeño lugar donde el Universo te puede sorprender con las maravillas que encontrarás is prestas atención y te detienes por sólo un momento.

Me encantan las anécdotas de John Harold Moore, uno de mis más grandes y magníficos guías y maestros espirituales. Te comparto lo que acaba de escribir.

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Recientemente, he añadido algo nuevo a mi rutina matutina. Después de meditar, disfruto de un tazón de fresas o de avena mientras veo el espectáculo que hay fuera de la ventana de mi salón. Me siento tan bendecida por tener un apartamento que da a un pequeño estanque y a varios árboles grandes. Una gran variedad de pájaros visita el árbol más cercano a mi ventana. He visto arrendajos azules, cardenales, ibis, martines pescadores, pequeños pájaros de color gris pardo con garganta amarilla brillante y varios pájaros carpinteros de diferentes tamaños. El domingo por la mañana, había tres pájaros carpinteros en ese árbol al mismo tiempo. Todos ellos golpeaban las ramas en busca de insectos.

Ayer, un gran cuervo se posó en las ramas superiores de ese árbol. Sus brillantes plumas negras brillaban bajo el sol de la mañana mientras graznaba en la dirección en la que otro cuervo había volado un minuto antes. Mientras tanto, una ardilla bajaba por el tronco de ese mismo árbol, deteniéndose unos metros antes de llegar al suelo para levantar una de sus patas. Lo hizo varias veces como si estuviera diciendo «¡ey!» a otra ardilla en el árbol opuesto. Un pato solitario remó a través del agua tranquila dejando una estela en forma de V directamente debajo del árbol mientras el cuervo y la ardilla observaban desde arriba. Una vez que el pato pasó por debajo, el cuervo decidió que era el momento de volar en dirección a su amiga, y la ardilla terminó de descender al suelo. Fue entonces cuando me sorprendí diciendo en voz alta: «¿Quién es el siguiente?». Sentí que esto era un espectáculo y que cada animal tenía un tiempo designado en el escenario.

Como si fuera una señal, un cardenal hembra se posó en una rama de aquel árbol y empezó a piar alegremente. Otro cardenal le respondió desde algún lugar fuera de la vista en otro árbol. Estas sencillas observaciones pueden sonar bastante aburridas para algunos, pero a mí me han aportado una gran alegría y paz. Es mejor que cualquier programa de televisión matutino que haya visto. Lo mejor de todo es que no hay anuncios que intenten venderme algo ni noticias molestas que me hagan empezar el día con una nota triste. Creo que este nuevo ritual matutino me ha ayudado a reducir la velocidad y a estar más presente, al mismo tiempo que establece el tono para un día más espacioso y tranquilo.

Sé que algunos de vosotros podéis pensar que hay demasiadas cosas en vuestra vida que reclaman vuestra atención como para dedicar tiempo a actividades tan triviales. O tal vez no tengas un árbol al lado de tu ventana. ¿Hay alguna parcela verde en los alrededores de su casa? Incluso los que viven en grandes áreas metropolitanas probablemente tengan un parque cerca o al menos un lugar donde se reúnen las palomas. Si tienes que ir al trabajo por la mañana, quizá puedas convertirlo en un juego para avistar al menos un pájaro o animal por el camino. Te prometo que, aunque sólo te dediques 5 minutos a reducir la velocidad, estar presente y observar la naturaleza, ocurrirá algo mágico. Cuando conectamos con los ritmos de la Madre Tierra, nos sentimos parte de algo más grande que nosotros mismos. El tiempo se ralentiza y las cosas que antes nos molestaban suelen ser menos irritantes. Pruébalo y verás. ¿Qué puedes perder? No cuesta nada.

Esta semana, prueba a empezar el día con unos minutos de paz, tranquilidad y quizás unos pájaros aburridos. Luego observa cómo el resto de tu día fluye con más amplitud y gracia.

Paz y bendiciones, John Harold Moore

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