Significado del espíritu del Abedul

El abedul es un árbol sagrado para los pueblos siberianos y celtas. Considerado Axis Mundo (el eje del mundo) era venerado por su belleza y por su particular corteza blanca-plateada. Se asociaba tanto a la luna como al sol en simultáneo, al padre y la madre, a lo masculino y femenino.

Son muchos los simbolismos atribuidos al abedul, pero en términos sintéticos es la conexión entre lo terreno y lo eterno, es por donde baja la energía de los planos superiores, de los cielos, y por donde sube la inspiración humana hacia lo alto.

Entre los primeros árboles en resurgir después de la última era glacial se encuentran los abedules, por su gran robustez y resistencia al clima. Es pues una especie pionera, que pudo de nuevo colonizar aquellos paisajes asolados por el hielo, y no sólo eso, también el repoblar las tierras calcinadas después de los incendios. El culto a este árbol o la protección que representaba vino dado, por una parte debido a estas cualidades, y por otra a sus propiedades medicinales.

El abedul es un árbol de notable belleza, en los tiempos más antiguos apareció ante los humanos encarnado en una mágica doncella, toda vestida de luz y dotada de grandes poderes de curación. La mitología y simbolismo de este árbol se extiende por variadas culturas y religiones, tanto antiguas como modernas. Ha sido llamado el Árbol de la Vida en distintas culturas.

En la mitología celta el abedul era un árbol sagrado, símbolo de lo que vuelve a nacer. Se le otorgaba el poder de proteger contra el mal. Con su madera se elaboraban las cunas y los sonajeros de los bebés, cumpliendo así una función de protección y purificación de la nueva vida.

EN LA CULTURA CELTA

En los mitos celtas, galos y astures el dios Belenus y la diosa Frigga estaban simbolizados en el abedul. El primero era el dios de la luz, brillante, sol fuego. La diosa Frigga por su parte es la diosa de la fertilidad, de la fidelidad, del amor, es la madre dadora de vida, ambos representan las energías renovadoras.

El abedul al igual que estos dos dioses, es el árbol de la renovación, del comienzo, es el primer árbol en que renacen sus hojas en primavera. Su presencia es símbolo de juventud y pureza, del despertar de la vida, de una nueva oportunidad vital.

Gracias a su gran robustez y su resistencia a las inclemencias del clima, nace el culto a este árbol por su fuerza, su renovación, su protección. Se le otorgaba el poder de proteger contra el mal. Con su madera se construían las cunas y los sonajeros de los bebés, cumpliendo así una función de protección y purificación de la nueva vida.

También en la cultura nórdica, este árbol se relaciona con Thor, el dios del trueno. Simboliza el regreso de la primavera y todas las fuerzas y energías que se relacionan con esta estación.

En Gales y en otros países nórdicos los enamorados se regalaban guirnaldas hechas con flores de abedul como símbolo de amor y protección contra los malos espíritus.

También los enamorados ponías ramas de abedul en las puertas de sus amadas y/o bailaban alrededor de un abedul, en honor a la diosa Frigga, diosa del amor, la belleza y la fecundidad.

PARA OTRAS CULTURAS

Las ramas de abedul en la Roma antigua eran utilizadas para construir las fasces (haces) con un hacha en el centro que simbolizaban el poder corrector de la ley. Estas fasces dieron origen a la palabra fascismo, por ejemplo el hacha de Mussolini en el centro rodeada de ramas de abedul.

Las haces también se utilizaron en otras culturas como una rama benéfica, pero también de autoflagelación, ya que la idea era depurarse, sanarse y renovarse, así se utilizó en Finlandia, en algunas órdenes religiosas  y en algunos pueblos norteamericanos para auto azotarse.

En el hinduismo el abedul también es un árbol de culto, su nombre en sánscrito es bhirga, y se asocia a la diosa Saraswati, diosa de la palabra, las artes, la música y el conocimiento.

En Japón, cuenta la tradición, que las mujeres cuando portaban una flor de abedul significaba que estaban disponibles para ser cortejadas; si portaban una rama de abedul sin hojas significaba que no había posibilidad de una relación; si llevaban raíces significaba que estaba casada, y si una mujer regalaba una flor de este árbol a un hombre era una declaración de amor.

Además, también tenía función religiosa: las mikos, que eran mujeres sirvientes de los templos sintoistas, utilizaban las flexibles ramas de abedul para ahuyentar a los malos espíritus, azotando el aire con ellas al tiempo que bailaban danzas ceremoniales.

Finalmente, en la tradición de las brujas, se dice que las escobas llevan ramas de abedul atadas junto con las de mimbre en honor a la diosa de la luna. También se utiliza una escoba de palo de fresno y ramas de abedul para barrer y expulsar a los demonios de la casa.

El abedul es, pues, desde la antigüedad y en variadas culturas, un árbol sagrado, medicinal, símbolo de la renovación y de la vida, purificador y protector. Y particularmente añadiría: hermoso, de una belleza que alegra el alma cuando lucen majestuosos en su hábitat.

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